Ave fénix

Cualquiera que me conozca desde hace unos años sabrá de mi adicción al rock español, y de mi necesidad de practicarlo y de tocar rock con cierta asiduidad... para mí es verdaderamente una necesidad, aunque quizá a quien lo lea le parezca que simplemente le estoy vacilando o me estoy tirando un farol; nada más lejos. Yo comparo esta necesidad con la necesidad que tiene un fumador, un deportista, un alcohólico, un fiestero... sencillamente el rock es parte de mi identidad como persona, yo no me entiendo sin rock y necesito tocar a menudo para reencontrarme con mi "yo" de verdad. En esta vida pasan tantas cosas y todo cambia tanto (uno mismo cambia) que necesito tomarme un momento de pausa cada cierto tiempo para volver a hablar con mis principios y con las entrañas de mi pensamiento.

Conoceréis también que fui cantante y bajista del grupo "Código Rojo", con quienes llegué a dar muchísimos conciertos por la geografía andaluza y hasta nos hicimos un nombre por la zona. La mala pata quiso que nuestra aventura llegase al final progresivamente y, aunque el final se atisbaba en el horizonte desde hacía mucho, no se pudo hacer nada para remediarlo. No entraré a analizar las causas de aquella debacle, eso lo dejo para otro post... pero la experiencia, por amarga que fuese, sirvió para aprender y madurar ciertas pautas de comportamiento y para trazar ciertas líneas rojas que han quedado para siempre impresas en mi forma de ser con los demás. Aquella experiencia me marcó en lo emocional más de lo que soy capaz de reconocer, y me hizo cambiar mi forma de ser con los demás en ciertos aspectos muy concretos... de hecho, desde aquel momento uno de los principios básicos que debe cumplir cualquier persona para pertenecer a mi círculo de confianza es ser una persona comprometida, no sólo con los demás... sino consigo mismo; es algo complicado de explicar, pero no quiero en mi círculo de confianza a personas que no se ayudan a sí mismas, porque si no son así acabas siendo tú quien los ayudas... y eso no es algo malo en sí, lo malo es ayudar a quien no se ayuda a sí mismo (acaba siendo una ayuda vacía, pan para hoy, hambre para mañana).

Una de las cosas que más me dolió de aquello fue haber ayudado, haberme esforzado, haber sudado e invertido mucho tiempo... no sólo en un proyecto (después de todo, yo mismo formaba parte del proyecto, así que en cierta forma me estaba ayudando a mí), sino haberme involucrado personalmente en ayudar a personas que luego menospreciaron esa ayuda, vomitaron sobre ella y acabaron atacando a mis seres queridos (a mí también, pero quien me conoce sabe que eso me resbala). Como decía, la experiencia, lejos de hundir el ánimo me sirvió de lección para no volver a cometer los mismos errores, el más evidente y a la larga el que provocó la debacle fue el permitir la entrada en mi círculo de confianza a gente que no se ayuda a sí misma.

Afortunadamente la vida me concedió una segunda oportunidad, así que pude empezar de cero otra vez en el camino del rock... esta vez con gente distinta, con gente que sí se ayuda a sí misma, gente a la que puedo ayudar sin miedo y gente que son capaces de ayudarme a mí mismo también. En esta combinación sinérgica de personas, pensamientos, esfuerzos, estilos musicales y formas de pensar me encuentro ahora mismo. Un grupo (no sólo de música, sino en cualquier tipo de grupo social) se refuerzan una serie de valores de convivencia, entendimiento, diálogo y trabajo en equipo; valores que ahora soy consciente que no se trabajaron lo suficiente en la anterior etapa.

Ahora, varios años después de aquella experiencia, dispongo de una serie de "guardaespaldas" que me acompañan en este camino hacia el escenario. Ahora puedo mirar atrás, viendo en sus caras la misma mirada de confianza y respeto que yo espero transmitirles. Ahora tenemos espíritu de grupo y formamos, de nuevo, una pequeña familia... no es algo que se consiga de la noche a la mañana; requiere mucho esfuerzo, dedicación, diálogo y buenos y malos tragos... pero el resultado salta a la vista.

Se acerca el momento, quizá aún nos falten 5 o 6 meses, pero se ve en el horizonte el ansiado regreso a los tablados, al calor del público, a la emoción del directo, a la hermandad del rock. Una de las experiencias que más me han marcado en la vida es estar sobre un escenario, tocando un directo para un público que en su mayoría son grandes amigos de siempre... jugándote el tipo en cada acorde, en cada palabra que dices.. son tantas las cosas que pueden fallarte, y tanta la presión de ser la proa del barco que sería posible resistir sin las sólidas columnas que levantan esta bóveda. Mientras abrazas tu instrumento, sientes la música en el pecho y el palpitar en la sien; miras a un lado y tu compañero (cualquiera de los que me acompañan en este camino) te devuelve una mirada de apoyo que te da la seguridad necesaria para seguir adelante. Es complicado transmitir el grado de apoyo que son capaces de aportarte en esos momentos, aunque no sean conscientes de ello. Sin ellos nada de esto sería posible, jamás habría vuelto a disfrutar así del rock.

Sí... se acerca el momento en el que, armado con un instrumento, volveré a pisar un escenario y a dejarme la garganta en él; se acerca el momento porque tengo una escolta de lujo, unos guardaespaldas del rock´nroll que me llevan en volandas hacia el tablado. Somos un equipo, somos un grupo, somos una familia; tenemos la experiencia, el talento, las ganas, y tenemos mucho que decir.

He vuelto, cual ave fénix, al rock´nroll... y no imagináis quienes son los que me han traído de vuelta.


¿Necesitamos a Dios?

Hoy os traigo una pequeña perla de mi filosofía personal... veréis, yo pienso que la creencia en Dios es más una necesidad que una evidencia. Sin ser creyente, y desde mi experiencia en la vida (gente que he conocido, amigos, familiares, compañeros de clase o de trabajo, etc...) he llegado a la conclusión que muchas de las personas que se confiesan creyentes pertenecen a dos grandes grupos:

- Los que son tan tremendamente zopencos que ni siquiera se plantean por qué tienen que ir al lavabo a hacer sus deposiciones, y que creen por pura ignorancia (es la respuesta más rápida y sencilla a todas las preguntas).

- Los que creen con convencimiento, fe, o que incluso argumentan (a veces incluso con evidencias "científicas") que existe un Dios.

Este post va dirigido al segundo tipo de creyentes, que para mí son los más preocupantes. Creer por convicción en Dios es de por sí científicamente absurdo, pero aún suponiendo que vivimos en el alegre mundo del señor de los anillos y que efectivamente existe Dios yo pregunto a aquellos que creen: ¿De verdad os subyugaríais a la voluntad de un Dios todopoderoso aunque existiera?, ¿no es una forma de esclavitud permitida?. Aunque "Dios sea todo amor y respete el libre albedrío", ¿acaso admitir que tú no eres dueño de tu futuro, ni tan siquiera de tu propia vida... no es algo triste?, ¿no es infantil la necesidad de tener un Dios al que volverle la cara cuando las cosas se ponen feas?. En mi opinión, creer en Dios por convicción es de cobardes (lo siento, pero no encuentro forma de suavizarlo).

Si crees en el dominio de una entidad superior, es porque no te importa ser dominado. Aunque esa entidad superior exista, aquí tiene a un fisicucho al que se la sopla; nadie "más grande" que yo será mi dueño... ni Dios ni una jirafa. Si necesitas de su tutela y su orientación en la vida, es porque eres incapaz de tomar tus propias decisiones. En el fondo, todo esto es porque no valoras tu propia libertad. La libertad tiene sus riesgos, el precio es equivocarte, fracasar, perderte... pero yo, como bien digo en la cabecera de mi blog, prefiero ser libre.

Libre de verdad.


Son pocos los que luchan por la libertad... la mayoría prefiere un amo justo.