La caída de Vargas


Entré apresuradamente en la sala de gobernación, aún preocupado por la suerte del hombre que había dejado moribundo en un lecho, levanté la vista y me aclaré la voz. El gigantesco orco gruñó y me preguntó con voz ronca "¿qué paza?".

- Nuestros hombres han sido atacados -respondí- una escuadra de 5 recolectores, sólo ha habido un superviviente, pero tememos por su vida.
- ¿Quién ha zío?, ¿orcoz otra vez?
- No lo parece, fueron atacados silenciosamente, desde la copa de los árboles, y abatidos con flechas.

Le arrojé al suelo la flecha rota que llevaba en la mano, mientras me fijaba en la curiosa punta, en forma de araña. El orco pareció sobresaltarse, se acercó rápidamente, tomó la flecha y, tras un breve examen, la hizo añicos sólo apretando su mano.

-Reúne a tuz canijoz -dijo- noz vamoz ahora mizmo.

Sin mediar más palabras, salió con un paso tan firme que hacía vibrar la débil estructura del castillo, abrió la puerta con furia y se detuvo en seco. Frente a él se encontraba la señora del castillo, nuestra consejera en asuntos de magia... y un hombre a quien no conocía.

-Un nuevo recluta -dijo Nadia, quién aún no se había acostumbrado al anormal tamaño del orco.

Gaur sólo gruñó, mientras bajaba las escaleras, gritando aquello de "¡venga!, ¡canijoz!". Salí en su búsqueda, mientras miraba a Nadia encogiéndome de hombros e intercambiaba rápidas palabras con el recién llegado.

- ¿Tienes experiencia en combate?
- No mucha, lo mío son más los libros.
- Genial...

Salimos al patio, donde Gaur nos esperaba. Tan rápido como pudimos, le proporcionamos al nuevo "canijo" un equipo a su medida y salimos corriendo tras el orco. Cuando habíamos recorrido casi medio kilómetro, Amroth se detuvo y arrojó su mochila al suelo. Su "mascota" (no se me ocurre un adjetivo mejor), Buk, salió rodando de ella y miró a Amroth desde el suelo, un poco aturdido mientras orco inchaba su pecho. Buk, alarmado, se tapó los oídos e intentó meter la cabeza en un agujero cercano.



- ¡VARGAAAAAAAAAS!

El grito del orco casi nos deja sordos, las aves de todo el valle alzaron el vuelo, y más allá, en el bosque, el vuelo conjunto y el azotar de las ramas de los árboles sonaba como un huracán. El tremendo gritó se repitió durante una eternidad por los rincones de la costa de la espada. El eco parecía no terminar nunca. El orco sonrió, visiblemente satisfecho.

Amroth miró hacia el bosque, buscando algo; y señaló a un punto de donde parecían no salir aves volando.

-Allí -dijo señalando- vamoz.

Casi no me enteré después del grito, y aún estaba mareado... pero tenía que correr tras aquella gigantesca mole verde si quería entender qué demonios estaba pasando.

2 comentarios:

  1. jejejej como mola la historia tio! Enseñasela a esta gente xD

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  2. Aquí todo el mundo quiere que la enseñe...

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